Los memes son un divertido fenómeno íntimamente ligado a internet. Podríamos pensar a menudo que no tienen mayor trascendencia que entretenernos al mirar nuestras redes sociales.
Pero esta concepción podría ser muy limitada. Desde hace algunos años, se han venido publicando diversos estudios e investigaciones que han explorado posibles efectos en todo tipo de ámbitos, incluyendo por ejemplo los derivados el uso que hacen de ellos movimientos políticos como la extrema derecha.
En este sentido, y aunque ese ejemplo paradigmático muestre su lado más siniestro, también pueden tener efectos positivos. Así lo ha concluido una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología, publicada en la revista especializada Psychology of Popular Media, que ha encontrado que los memes divertidos pueden ayudar a las personas a sobrellevar el estrés de la pandemia de COVID-19, haciendo que los ciudadanos se sientan más tranquilos.
Concretamente, parece que ver memes sobre la COVID-19 también aumentó la confianza de las personas en su capacidad para afrontar la pandemia, según el estudio.
Los investigadores encuestaron a 748 personas en línea en diciembre de 2020 para determinar si ver memes influiría en sus emociones positivas, la ansiedad, el procesamiento de la información y el afrontamiento en torno a COVID-19. También trataron de determinar cómo podían afectar a los participantes los memes con diferentes contenidos, temas y niveles de “cutrez”. Los participantes tenían entre 18 y 88 años, con una edad media de 41,8, y eran en su mayoría blancos (72,2%), mujeres (54,7%) y sin título universitario (63,5%).
Para ello, recopilaron cientos de memes populares de sitios web como IMgur e IMGflip y los clasificaron en función de factores como si la imagen presentaba un ser humano o un animal, si el ser humano o el animal era joven o viejo (las criaturas jóvenes suelen considerarse más bonitas) y si el pie de foto se centraba en el COVID-19 o no. Un grupo de participantes revisó y calificó el humor y la ternura de cada meme, y los investigadores solo seleccionaron para el estudio los memes que se consideraron igualmente divertidos y tiernos.
También, midieron primero la frecuencia con la que los participantes se habían sentido nerviosos o estresados en el último mes, entre otros aspectos. A continuación, los participantes fueron asignados aleatoriamente a ver tres memes con el mismo tipo de sujeto (animal o humano), nivel de ternura (adulto o bebé) y leyenda (relacionada con COVID o no relacionada con COVID) o una de las tres condiciones de control que presentaban texto plano sin ninguna imagen.
Después de ver los medios, los participantes valoraron lo simpático y divertido que les parecía el meme o el texto de control e informaron de sus niveles de ansiedad y emociones positivas, como la calma, la relajación y la alegría. También valoraron en qué medida los medios de comunicación les hicieron pensar en otra información que conocían sobre el COVID-19, su confianza en su capacidad para hacer frente a la pandemia y su estrés por la enfermedad.
Así, descubrieron que las personas que veían memes informaban de mejores niveles de humor y de emociones más positivas, lo que estaba indirectamente relacionado con una disminución del estrés por la pandemia de COVID-19. Quienes vieron memes con leyendas relacionadas con el COVID-19 eran incluso más propensas a tener niveles de estrés más bajos sobre la pandemia que las personas que vieron memes sin leyendas relacionadas con el COVID.
También, encontraron que las personas que veían memes relacionados con el COVID pensaban más profundamente en el contenido que veían y se sentían más seguros de su capacidad para hacer frente a la pandemia que las personas que veían leyendas no relacionadas con el COVID o cualquiera de las condiciones de control. Sin embargo, las personas que vieron memes bonitos con bebés humanos o animales fueron menos propensas a pensar en la pandemia y a procesar cómo afectaba a sus vidas, incluso cuando los pies de foto de los memes eran sobre el COVID-19.
Por todo ello, los autores finalizan sugiriendo a las autoridades de salud pública el uso de memes como forma de comunicación sobre cuestiones como pandemias, brotes y epidemias, aunque advierten también de que este uso debe ser equilibrado: un exceso de confianza y tranquilidad les puede llevar a desoír las advertencias sobre riesgos graves.
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