Es un desafío que puede generar ansiedad y nostalgia. El hecho de guardar y considerar que cada cosa es importante no deja de ser un reflejo de que cuesta cerrar etapas.
La relación de las personas con los objetos materiales puede llegar a ser profunda y compleja. En muchos casos, el apego a cosas materiales nace de una percepción de necesidad emocional, donde se supone que ciertos objetos brindan felicidad o seguridad. Sin embargo, cuando esta dependencia se convierte en una resistencia a deshacerse de pertenencias innecesarias, puede convertirse en un problema emocional significativo.
Los especialistas en Psicología explican que esta tendencia a aferrarse a objetos materiales responde a una conexión emocional que se establece con ellos, usualmente relacionada con experiencias y recuerdos. Así lo señala Jaime Anías Ruiz, psicólogo general sanitario de España, al expresar: “Es comprensible que nos duela desprendernos de aquella muñeca que nos acompañó durante la infancia o de aquel detalle que nos regalaron, pero que apenas nos genera placer o utilidad”. En este contexto, el apego a lo material se convierte en una manifestación de la necesidad humana de retener lo familiar, lo seguro y lo sentimental. Además de la conexión emocional, existen factores culturales y sociales que contribuyen a este fenómeno.
En sociedades de consumo, las personas están expuestas a mensajes constantes que promueven el deseo de comprar, generando un ciclo donde la posesión de objetos es percibida como sinónimo de éxito y bienestar.
Expertos de la Universidad de Binghamton sugieren que una forma efectiva de contrarrestar el apego material es valorar las experiencias por encima de los objetos. Actividades simples, como pasar tiempo en familia, ver una película en pareja o compartir momentos con una mascota, suelen brindar una alegría duradera sin costo alguno. Este enfoque no solo fortalece las relaciones personales, sino que también fomenta una vida más significativa y libre de cargas materiales.
Una anécdota final grafica el tema:
“Se cuenta que un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, en Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno únicamente de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
– ¿Dónde están sus muebles? -preguntó el turista.
– ¿Y dónde están los suyos…? -respondió rápidamente el sabio
– ¿Los míos? -se sorprendió el turista- …¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!-– Yo también… -concluyó el sabio-. La vida en la tierra es solamente temporal… Sin embargo, algunos viven acaparando como si fueran a quedarse aquí eternamente.”
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