La industria del entretenimiento está atravesando una transformación radical. En medio de huelgas, debates éticos y cambios tecnológicos vertiginosos, Amazon decidió redoblar la apuesta: a través del Fondo Alexa, invirtió en Fable Studio, creadora de Showrunner, una plataforma que permite generar series y películas completas con inteligencia artificial.
Showrunner se presenta como “el Netflix de la IA”. Su motor, SHOW-1, está entrenado con datos de series televisivas y funciona con un sistema similar a GPT-4. A partir de una frase, imagen o audio, puede crear episodios animados con guiones, voces y escenas originales. El acceso se realiza vía Discord, y los usuarios pueden pagar membresías entre US$10 y US$40 para desbloquear herramientas avanzadas: desde modificar planos hasta introducir personajes o desarrollar historias colaborativas.
Además, el sistema permite reutilizar creaciones de otros usuarios, con un modelo de retribución del 40% por ingresos generados. Una apuesta por la economía creativa descentralizada.
“Esta tecnología podría democratizar la creación y permitir que muchas ideas que antes no llegaban a ver la luz tengan su espacio”, opinó Santiago Vespoli, cofundador de Erebant. Sin embargo, también advirtió sobre el riesgo de sobresaturación de contenidos y el impacto laboral en profesiones creativas.
La línea legal es difusa: ¿qué pasa cuando la IA se nutre de obras protegidas por derechos de autor? ¿Quién es el verdadero autor de una serie generada por algoritmos?
La plataforma ya generó controversia al estrenar un episodio de South Park creado íntegramente con IA. Aunque recibió críticas por su humor, marcó un precedente: el público podría convertirse en creador activo, personalizando sus propios contenidos.
“Podría ser muy interesante si la industria decide abrir ese juego, poniendo a disposición las plantillas de sus series para que la gente cree nuevas cosas”, señaló Augusto Alegre, especialista en IA. Pero también advirtió que no todos quieren crear: muchos solo quieren mirar. Aun así, los costos bajan, la producción se acelera y la dinámica creativa se redefine.
Fable Studio ya está en conversaciones con estudios de Hollywood para obtener licencias de propiedad intelectual. El objetivo: permitir que los usuarios intervengan libremente en grandes historias, sin infringir derechos de autor.
La apuesta de Amazon no solo marca un hito tecnológico, sino que reabre el debate sobre el rol de la creatividad humana en la era de los algoritmos. ¿Estamos ante una nueva era de democratización cultural o frente a una automatización que amenaza con homogeneizar el arte?
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