Esa es la historia que le cierra a Mirta Acosta, mamá de la nena de 12 años desaparecida en San Martín de los Andes el 16 de enero 1994.
Por Guillermo Elia – policiales@lmneuquen.com.ar
Natalia Ciccioli tenía apenas 12 años cuando salió sola de su casa, en San Martín de los Andes, para ir a tomar un helado al centro. Nunca más se supo de ella. Se barajaron distintas hipótesis, desde que había ido sola hasta la trata de personas, pero a Mirta, su mamá, la única versión que le cierra es que la violaron, la mataron y enterraron su cuerpo para no dejar evidencias.
El 16 de enero se cumplieron 25 años de la desaparición. LMN dialogó con Mirta, que vivió la fecha con un especial pesar porque es la primera vez que está sola en un aniversario ya que el año pasado falleció su esposo, Miguel Ciccioli.
“Naty es una herida que no cierra y que no va a cerrar nunca”, aseguró la mujer ni bien comenzó la charla, y afirmó que debió hacerse fuerte porque tiene dos hijos más a los que debía atender.
–¿Cómo fue esa última jornada con Natalia?
Ese domingo (16 de enero de 1994) recuerdo que yo estaba amasando para hacer fideos y Naty me vino a pedir ayuda para cortar un jean viejo que quería convertirlo en short. Le dije que esperara que termine de hacer los fideos y ahí mi marido le ayudo. Así que se lo midieron y lo cortaron. Después se quedaron un rato deflecándolo porque quería usarlo para ir al centro. Luego de almorzar, me pidió ir al centro a tomar un helado porque en el camino solía encontrarse con su grupo de amigos. Como tenía 12 años, pocas veces la habíamos dejado ir al centro, unas tres o cuatro como mucho. Me acuerdo que vino por atrás mientras yo lavaba los platos y me abrazó y me dio un beso hermoso. Eso fue lo último que me dejó.
–A 25 años de su desaparición, ¿cuál es la versión que más te cierra de lo que le pudo haber ocurrido?
Para mí, un hijo de puta la agarró, la violó, la mató y enterró el cuerpo para que no lo descubran. Eso es lo que yo siento como mamá, siento que Nati está por acá cerca. Encima, la geografía de San Martín, con la inmensa cordillera y los lagos, hace que sea difícil encontrar un cuerpo.
–¿Y cómo hacés para convivir con esa ausencia?
Al principio me culpé y después, cada tanto. Me pasa por momentos que me sigo culpando por haberla dejado ir sola. Hay días en los que me digo que un hijo de puta se le cruzó en el camino, y al otro día digo que si yo hubiese estado con ella ese hijo de puta no le habría hecho nada. A partir de la desaparición, jamás me imaginé que iba a hacer todo lo que hice. Con mi esposo (Miguel), siempre unidos por el amor, nos fuimos dando fuerzas. Cuando uno flaqueaba, el otro lo apuntalaba, y eso nos permitió seguir. El año pasado mi esposo murió y esta es la primera vez que vivo el aniversario de la desaparición de Naty sola, eso me ha pegado muy fuerte.
“Ese día, cuando no volvía llamamos a las amigas y salimos a buscarla. A las 19 fuimos a la comisaría, donde nos subestimaron porque no quisieron salir a buscarla argumentando que teníamos que esperar porque seguro que se había ido con un noviecito o por su cuenta. Al final, nos ayudaron más los vecinos del pueblo que la Policía”, recordó Mirta. Y contó que desde la fuerza se contactaron cuando el caso tuvo repercusión mediática: “A mi marido lo llamó el jefe de la policía de ese entonces para decirle que bajara los decibeles. Mi marido le dijo que iba a hacer todo lo que tuviera que hacer para encontrar a nuestra hija”. También recordó que en ese momento la Justicia tampoco se movió lo suficiente.
Foto Portada Federico Soto
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