La Selección emociona. Hay fiesta en Dongguan. Hay fiesta en el país. Una vez más, Argentina demuestra que es una potencia mundial en el básquetbol. La identidad conseguida por la Generación Dorada se contagió en estos jóvenes que pusieron el orgullo y el talento en la cancha ante Serbia, con un Facundo Campazzo demoledor y un Luis Scola interminable.
Y la Selección se metió en las semifinales del Mundial de básquetbol con un 97-87 histórico contra un equipazo. El viernes jugará ante Estados Unidos o Francia, que definirán este miércoles el pasaje a la semi.
Argentina se jugaba una parada bravísima ante Serbia en el Mundial de básquet, en China, porque el rival es una de las potencias históricas de este deporte. La ex Yugoslavia marcó una era y, luego de su disgregación, la cultura basquetbolística se vio en Serbia y Montenegro (a quien la Selección venció con la “palomita” de Manu Ginóbili en Atenas 2004), Serbia y Croacia.
Ante este equipo con historia salió a jugar Argentina en los cuartos de final, con un premio por delante: enfrentar en la semifinal a Estados Unidos o Francia, que jugarán este miércoles.
Fue espectacular el arranque de Argentina en Dongguan, porque en 2m20 pudo adelantarse 12-4 gracias a un goleo repartido y a una buena presión sobre los serbios.
Nicolás Brussino, Facundo Campazzo (con un triple), una volcada de Marcos Delía, dos libres de Patricio Garino y un triple de Luis Scola marcaban a las claras que la Selección se movía la pelota hasta encontrar al mejor tirador.
Claro que Serbia era implacable a la hora de atacar el aro y buscar los rebotes ofensivos. Era lógico, teniendo en cuenta su altura en todos los puestos. Y cuando Argentina flaqueó en la ofensiva y encima comenzó a llenarse de faltas y a mover el banco, los europeos lo aprovecharon.
En una ráfaga de Bogdan Bogdanovic (10 tantos en el primer tiempo), Marco Guduric y Nemanja Bjelica, Serbia igualó 16-16 y comenzó otro partido. Campazzo hacía estragos con sus 6 asistencias en el cuarto y con conversiones de un lado; Serbia lastimaba con sus penetraciones.
Pero Argentina terminó con mejor cara en esos 10 minutos iniciales, por dos dobles de Gabriel Deck para irse 25-23 al minidescanso. Para darle aire a los titulares y para no cargarse de faltas, ingresaron Tayavek Gallizzi, Máximo Fjellerup y hasta Agustín Cáffaro, quien conoció la rudeza del gigante Boban Marjanovic, ex compañero de Ginóbili en la NBA.
Con un quinteto plagado de juventud, la Selección no solamente siguió en partido contra los experimentados serbios sino que llegó a sacar la máxima ventaja parcial (36-28), gracias a un parcial de 9-0, con triples de Luca Vildoza y Nicolás Laprovíttola, y libres del mismo Lapro y de Deck.
Hubo un momento de duda, porque Nikola Jokic (14 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias en un tiempo) se hizo dueño de la zona pintada, pero volvieron a llover triples celestes y blancos de la mano de Vildoza (2) y Garino para el 42-34.
Si se le abría el tiro externo a los serbios, Argentina iba a tener que defender más a presión en el perímetro, descuidándose en la llave. Ese era el peligro latente. Por suerte, el negocio salió mano a mano, porque Serbia convirtió a distancia pero Argentina también, con Vildoza y Garino de nuevo.
Y así, como quien no quiere la cosa, Argentina se fue al descanso ganando 54-49, con la participación de 11 jugadores, diez de los cuales anotaron. Garino (10), Vildoza y Deck (ambos con 9) fueron los goleadores nacionales, con 7 asistencias y 3 robos de Campazzo y un 56 por ciento (9-16) de efectividad en triples, contra un ridículo 61 por ciento de Serbia en dobles.
Se vino enseguida al vuelo Serbia en el comienzo del tercer cuarto, con la potencia de sus recursos, aunque un doble de Delía y un triple de Scola frenaron el envión en el 59-52. La defensa estaba al límite, como siempre. Y fue importante para aumentar la distancia a siete tantos (66-59), tras un doble largo de Vildoza en la mitad del cuarto.
Pero llegaron tres pérdidas seguidas para la Selección y esos errores no se pueden cometer contra los serbios, que se pusieron a uno (66-65). Los nervios comenzaron a sentirse con el paso del tiempo y Argentina se fue al último cuarto ganando 68-67.
Tremenda defensa argentina de Máximo Fjellerup sobre Boban Marjanovic. Foto: AFP
Serbia pasó al frente con un triple de Guduric, pero la Selección castigó con triples de Garino y de Campazzo para el 74-70, luego de una tapa de Scola a Jokic. Y el base cordobés llegó al doble-doble (14 puntos, más 10 asistencias) en pleno partido, para ser el segundo argentino en lograrlo en la historia de los Mundiales en esos rubros, después de Miguel Cortijo en 1986.
Lo bueno comenzaría a 4m42 del cierre, cuando Argentina sacó 9 de ventaja (82-73), con dobles de Scola y de Campazzo, con rebote ofensivo incluido. Y la diferencia se amplió a 11 (87-76), a 3m17 de la chicharra, cuando Scola (39 años) logro su 16° punto.
Llegaba el momento del cierre. Adrenalina. Tensión. Nerviosismo. Caras duras. Y la mano fría de Bogdanovic para acercar a Serbia 91-85 a falta de 1m20. No estaba nada dicho en Dongguan.
Pero entonces llegó el doctor, manejando el cuatrimotor. ¿Y saben lo que pasó? Doble de Campazzo. Robo y doble de Deck. 95-85 para Argentina a 48 segundos del cierre. Y el 97-87 final.
Historia pura en Dongguan. Una vez más, Argentina es potencia mundial. Un orgullo nacional.
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