Historia de Zapala

A 107 años del primer cruce aéreo de los Andes

A pesar del desafiante clima invernal, el 13 de abril de 1918, el teniente Luis Candelaria emprendió una hazaña histórica. Con determinación y coraje, logró realizar el primer cruce en avión de la imponente Cordillera de los Andes, alcanzando los 4.000 metros de altura durante el vuelo. Partió desde Zapala, y aterrizó en Cunco, en territorio trasandino, marcando un antes y un después en la aviación. Este acontecimiento quedó grabado en la historia como un símbolo de valentía e innovación.

El teniente Luis Candelaria, nacido el 29 de octubre de 1892 en Buenos Aires, fue hijo de Luisa Micossi y Victorio Candelaria. Desde joven demostró su vocación militar, ingresando al Colegio Militar de la Nación poco antes de cumplir 16 años. Con disciplina y esfuerzo, egresó dos años después como subteniente de Ingenieros, iniciando así una carrera que lo llevaría a protagonizar una de las hazañas más destacadas de la aviación argentina.

En 1914, a la edad de 21 años, Luis Candelaria, profundamente apasionado por la aviación, se vio conmovido por la trágica muerte de Jorge Newbery. Inspirado por su legado, prometió cruzar la cordillera de los Andes como homenaje al gran piloto, una vez que obtuviera su título de aviador militar. Dos años más tarde, fue confirmado como alumno efectivo y completó su última prueba de vuelo, quedando en condiciones de recibir su diploma de aviador militar.

El ingeniero Jorge- Newbery en su avión.

En ese momento, la Primera Guerra Mundial se acercaba a su fin en Europa. El cruce aéreo de las cumbres cordilleranas seguía siendo extremadamente desafiante; los pilotos, en habitáculos abiertos, permanecían expuestos al implacable clima y a la incertidumbre del destino meteorológico. Candelaria comenzó a observar cuidadosamente el horizonte y, decidido a cumplir su promesa, rescató un avión en Mendoza que estaba en un hangar, abandonado, sin hélice, con el fuselaje dañado y serios problemas en el motor.

Aeroplane Morane-Saulnier J
L (Parasol) "Mendoza"
Primer cruce de Los Andes por el Tte. Luis Cenobio Candelaria - 13.Abril.1918

La histórica travesía aérea de la Cordillera de los Andes estuvo marcada por el esfuerzo conjunto del teniente Luis Candelaria y su equipo de confianza, encabezado por el mecánico Soriano y sus auxiliares. En aquel entonces, la idea de cruzar la cordillera en avión generaba debates apasionados entre argentinos y chilenos, quienes aspiraban a ser los primeros en lograr semejante proeza. Sin esperar la autorización de sus superiores, Candelaria decidió tomar la iniciativa y, junto a sus mecánicos, desmontó en el Palomar la Morane Saulnier Parasol 80 HP, una ligera avioneta de un motor y una sola plaza.

Según los documentos históricos, se destacó la labor del mecánico Miguel Soriano, junto con los aprendices Juan Valentini y Ramón Jiménez, fue crucial para el armado, desarme, reparación y mantenimiento del avión. Sin mayores inconvenientes, el equipo emprendió el viaje en el mismo tren que transportaba la aeronave desarmada. El 5 de abril de 1918, a las 11:30, llegaron a la localidad de Zapala, listos para continuar con su promesa.

Durante el trayecto, el teniente Luis Candelaria entabló amistad con Gabriel Marlats, un vecino de Zapala cuya colaboración y conocimiento local resultaron de gran ayuda para avanzar con el proyecto. Este vínculo marcó el inicio de los preparativos finales para la hazaña que dejaría una huella indeleble en la historia de la aviación.

Al llegar a Zapala, descargaron todo en un galpón del ferrocarril. Una semana después, ya armado, y bautizado como Morane, voló por primera vez en el cielo zapalino ante la sorpresa de toda la población.

La cordillera del Chachil se alzaba imponente ante sus ojos, representando el desafío a superar. Los habitantes de Zapala observaban con asombro el "pájaro mecánico" como lo llamaba la gente, que pretendía imitar el vuelo de las águilas y cóndores, tan comunes en la zona. Sin embargo, no imaginaban que el futuro les otorgaría un papel protagónico como testigos de un hecho histórico para la aviación en la Patagonia.

El avión fue armado por Soriano y sus aprendices, quienes lograron dejarlo en condiciones óptimas para las pruebas de vuelo que se hicieron. La hélice, de madera argentina de petiribí, había sido fabricada en los talleres de la Escuela de Aviación, mientras que el motor, un "rotativo Rhone 80 HP", contaba con un juego de bielas capaz de resistir los desafíos del viaje. Los pistones también eran de fabricación nacional, realizados por la Casa Mariscal Hnos. De los nueve cilindros que poseía el avión, solo seis estaban en condiciones de uso.

En Zapala, contaron con la colaboración de varios vecinos, entre ellos Gabriel Marlats, Nicolás F. Bosco, Estévez, Miranda, Martín Echeluz, Abdala, Ricardez, Monti y otros. Aunque rehuía "toda publicidad", Candelaria no pudo rechazar el banquete que le ofrecieron. Durante el evento, tomaron la palabra Ricardez, Monti y Miranda, a lo que Candelaria respondió "con frases elocuentes y muy adecuadas".

Finalmente, llegó el día decisivo. Los tanques fueron cargados con suficiente combustible para cuatro horas de vuelo: 130 litros de nafta y 36 litros de aceite de ricino. En el cajón trasero, llevaron herramientas para reparaciones inmediatas, repuestos indispensables, dos linternas eléctricas grandes con varias pilas de repuesto, una gran cantidad de fósforos, un 'Colt' con balas, un cuchillo de monte, una manta, varias mudas de ropa, algunos víveres, una botella de coñac, material para escribir, el famoso mapa de Ludwig, un barógrafo registrador con su cinta barográfica en marcha y un pequeño botiquín.

Frente al asiento del piloto se encontraban el reloj contador de revoluciones, el altímetro y la brújula. Sin embargo, no había termómetro, lo que añadió una dificultad más a la ya ardua travesía.

"Si no vuelvo, búscame en la cordillera"

El 13 de abril de 1918 llegó la decisión. Había nevado. El avión ya estaba en la pista, pero el teniente Luis Candelaria no escuchó los consejos de postergar la partida, a pesar de estar agripado y de enfrentar la oposición de sus superiores. Probó el motor y, satisfecho, le susurró al mecánico Soriano: "Si no vuelvo, búscame en la cordillera". Eran las 15:30.

Las elevaciones comenzaron a aparecer: el cerro Cancino y su similar, el cerro Carrere, en la cordillera del Chachil. Después del cruce cordillerano, ya en Chile, pasó por los lagos Icalma y Hueyeltue, así como por la cordillera de Irrampe. En ciertos momentos, su vuelo alcanzó más de 4.000 metros de altura. Buscando un lugar para aterrizar, divisó la localidad de Cunco, donde empezó a volar en círculos. Finalmente, eligió aterrizar en un terreno pequeño y limitado por un arroyo barrancoso a la izquierda. En el intento, se llevó por delante un corral que cedió rompiéndose sus maderos y provocando el estruendo de la hélice mientras el Parasol realizaba una acrobacia obligada, volteándose en el aire.

En su informe, el propio Candelaria relató: "Una vez detenido bruscamente el aparato, me encontré cabeza abajo, colgando de las correas, mientras la nafta salía en abundancia de las tapas de los tanques. Con esfuerzo, y ayudándome del asiento, logré soltar las correas apresuradamente y deslizarme entre el fuselaje y las alas, hasta tocar tierra primero con las manos. Sentí como si estuviera gateando de regreso a la vida".

La primera mano que estrechó, según continuó Candelaria en su escrito, fue la del señor Eustaquio Astudillo, quien estaba acompañado por otras personas. “¿Dónde estoy?”pregunto. Astudillo, admirado, le dijo: "Está usted en Cunco, señor.

El teniente Candelaria había cumplido la hazaña que demandaron los 230 kilómetros recorridos con tan solo 25 años de edad. Con su frágil máquina desafió las bajas temperaturas, las turbulencias violentas de la región montañosa y el desconocimiento del punto de llegada, pero mantuvo firme el timón de su nave Morane Saulnier Parasol de 80 HP. Cumplió la hazaña, había aterrizado en un pequeño paraje y fue recibido con gran sorpresa por los pobladores y autoridades del lugar

Desde Zapala, con su primer avión y piloto, se había concretado la histórica travesía de los Andes. Luis Candelaria había partido del suelo argentino a las 15:30 y, a las 18:00, el Morane tocaba tierra chilena, culminando con éxito una hazaña que quedaría grabada en la historia.

El histórico cruce de los Andes: La hazaña aérea de Candelaria en las páginas de la prensa argentina

Las más destacadas publicaciones periodísticas del país se refirieron a la hazaña aérea de Luis C. Candelaria. Una de ellas, "Flores del Campo" de Viedma, en su edición del 18 de abril de 1918, expresó: "El Paso de los Andes. El sueño de Jorge Newbery acaba de ser realizado. Un teniente de nuestro ejército, Luis C. Candelaria, ha recorrido la ruta estupenda, consumando una hazaña realmente magnífica: la tentativa malograda de varios animosos antecesores. La emocionante aventura produce en todas partes la impresión consiguiente. Se considera que el raid del teniente Candelaria constituye una de las páginas más bellas, si no la más bella, de cuantas han llenado hasta aquí los conquistadores del aire en su noble afán por alzar el dominio del hombre hasta el seno majestuoso de lo inaccesible".

Luis Candelaria falleció en San Miguel de Tucumán el 23 de diciembre de 1963 y, respetando sus deseos, fue sepultado en el cementerio de Zapala.

En su tumba se grabó una única inscripción en mármol blanco:

"13 de abril de 1918".

A 107 años de aquel sábado 13 de abril de 1918, cuando el macizo andino fue vencido, Zapala no solo fue el punto inicial de esta histórica travesía, sino también su destino final en memoria. Una hazaña grabada para siempre como la del primer avión que cruzó los Andes.

Bibliografía y fuentes principales: Larra, R. "La conquista aérea", 1979; Candelaria, L. C.: "Primer cruce", 1918;
Menéndez, J. M. Zapala, Rev. "Aquí nosotros" Nº 9, 1968; diario "La Prensa", 13/4/86; diario "Río Negro",
17/4/90 y 15/4/2008; Pérez Morando,H.: "El cóndor"- Biblioteca Patagónica
(VECh) y otros

05/09/1915: La empresa Zingoni y Cía. trae un segundo Mercedes Benz, doble faetón, modelo 1912

05/09/1915 - La empresa Zingoni y Cía. trae un segundo Mercedes Benz, doble faetón, modelo 1912, igual al de la Gobernación del Territorio Nacional del Neuquén e inaugura un servicio de pasajeros entre #Zapala y Junín de los Andes, y cuando el vado de los ríos lo permitía, continuaban a San Martín de los Andes.
La duración total del viaje era de dos días. Siendo su primer conductor José Morales, quien firmara contrato en 1916. En ningún viaje llegaban de día, casi siempre de noche, demorando en el trayecto entre doce y dieciséis horas.
Luego. Durante dos meses, Arturo Kruuse se hizo cargo del vehículo, empleando en el trayecto entre cinco y siete horas. Luego los choferes fueron: Emilio Maccarini y Francisco Pollero.

Prof. Lic. Ricardo A. Koon
Acontecimientos y Protagonistas de la Historia del Neuquén. 2da. edición.

Restauración fotográfica Dario Martinez Fotógrafo Patagónico

Arturo Trannack, el hombre que imaginó a Zapala

El padre de Arturo se llamaba Ricardo Hosking, que a su vez era hijo de un empresario muy adinerado de Inglaterra. Al morir su padre, Ricardo, que para aquel entonces terminaba su carrera de medicina, comenzó a evaluar las propiedades y oportunidades con las que contaba: una tierra en África, una flota de barcos en Japón y las propiedades en Inglaterra. Poco tiempo después decide vender las tierras en África y dos de los tres barcos de su flota. Es entonces que asiste a un remate en Londres de tierras fiscales ofrecidas por el gobierno Argentino, tierras que poco tiempo atrás habitaban los pueblos originarios,  y  adquiere 22.870 hectáreas en el Territorio Nacional del Neuquén y otras 10.000 en el Territorio Nacional de Río Negro (que vendería muy pronto). Cuentan que  levantó su mano convirtiéndose en el mejor postor de la subasta sin saber exactamente dónde quedaban esas tierras. Ese día sin saberlo, se unió al Neuquén en un vínculo inquebrantable dando comienzo a un recorrido y una vida forjada con audaz huella, continuada luego por sus hijos, entre ellos Arturo.

Ricardo Hosking y su esposa Marie Hanriettte, tuvieron seis hijos: Ricardo Tomás, Estela Maud, Arturo Enrique, Lois Inés, Hubert D ´Horsey y Claudio Vicente. Toda la familia realizó la travesía en el barco y llegaron a las costas de Quilmes en 1893, donde se establecieron por casi 2 años a la espera de construir las carretas que los llevarían hasta sus tierras. En su equipaje acarreaban no sólo ganado y animales de raza sino también un abanico de instrumentos musicales. Marie era una gran pianista en Londres que tocó en reconocidos teatros. Mas adelante seguiría tocando pero en su estancia.

Luego de 6 años de preparativos, en 1899 la familia Trannak llega a Zapala, radicándose definitivamente. Hosking y sus hijos se dedicaron desde entonces al trabajo de campo, la cría de ganado y de yeguarizos; tanto los hombres como las mujeres eran excelentes jinetes.

En 1906 Marie Hanriettte y Ricardo Hosking mueren y la familia tuvo que reorganizarse. Para el año 1912 Arturo y Ricardo Tomás le compran a sus hermanas Estella Maud y Lois Inés la parte del campo que les correspondía, marchándose ambas nuevamente a Inglaterra. Por su parte Claudio Vincent les vendió su parte para asentarse en Buenos Aires. Quedan entonces a cargo de las estancias Ricardo Tomás, Arturo Enrique y Hubert Audrey D´Horsey Trannack. Tomás y Arturo trabajaron de forma conjunta en una misma estancia y Hubert lo hizo de forma independiente.

Arturo y Ricardo Tomás, vieron en sus tierras una ruta estratégica para que sea punta de rieles del ferrocarril. Sin embargo para llevar a  cabo ese proyecto, era necesario poblar  esos lugares con gente dispuesta a trabajar en ella, por lo que consideraron necesario la donación de tierras para un nuevo pueblo.

El 12 de Julio de 1913 (considerada tiempo después la fecha fundacional de Zapala) la gobernación del territorio aprobó los planos de subdivisión que fueran presentados por la firma entonces denominada “Trannack Hermanos”, compuesta por Ricardo Tomás y Arturo Trannack, mediante los cuales se concreta la donación de varios lotes al Estado Nacional para la edificación de las instituciones del pueblo. En realidad, éste ya se había  empezado a edificar casi un año antes. El agrimensor Conrado Ritcher se ocupó de la mensura y del loteo de las tierras para fundar el pueblo. Lotes para la construcción de las instalaciones de ferrocarril, ochenta manzanas para el pueblo y una fracción para la iglesia, el cementerio y la comisión de fomento.

Don Arturo Trannack comenzó la venta de terrenos e instaló sus oficinas en la esquina formada por las actuales avenida Avellaneda y Elena de la Vega. La primera escritura de venta la realiza el mes de febrero de 1913 a nombre de Janssen y cía, quienes construirían el hotel “Zapala”. El espíritu progresista se pone en evidencia: efectuada la subdivisión del pueblo, se inician las primeras construcciones: Iason y cía, Martín Etcheluz, Monti y Borrini, José Carro, Marlet y cía., Zingoni y cía. Severino Afione, y otros que se fueron sumando a la caravana de pioneros del progreso. También los Sapag se trasladaron a la incipiente punta de rieles adquiriendo un lote frente a la estación. Allí construirían las viviendas familiares y el local comercial donde funcionaría su conocida casa de ramos generales y consignaciones -“Sapag e Hijos”. El 2 de enero de 1914 el pequeño pueblo vive el gran acontecimiento que determinaría su comunicación con el resto del país: llega el primer tren de pasajeros registrado oficialmente.

Arturo Trannack fue un hombre de acción. Mientras se construía el ferrocarril ofició de baqueano a los ingenieros. Viajaba todos los meses con las libras esterlinas que enviaban desde Inglaterra destinadas al pago del personal de la construcción del ferrocarril, que llegaba a Lonquimay (Chile) y Arturo transportaba a Zapala. Siempre viajaba con el dinero de noche  para evitar asaltos, en un solo caballo muy bueno que conocía el camino y era su fiel compañía. Una noche mientras Arturo dormía, lo despertó lamiéndole la mano. Le resultó extraño pero siguió durmiendo. Por la mañana el caballo, su amigo inseparable, había muerto. Tuvo que hacer todo el camino de regreso a pie. Buscando refugio en aquella ocasión hizo noche en un puesto, que es donde hoy está Los Helechos. Cuando vio el lugar se enamoró. Supo que pertenecía a dos ingleses que lo querían vender y así fue como lo compró en 1916. Además de poseer muy buenos caballos Arturo fue propietario del primer auto que llegó a la zona. Un FN belga modelo 1912, todo de bronce.

Durante esos viajes hacia Lonquimay, Arturo Trannack no sólo se enamoró de las tierras. También encontró a Mercedes Bascur, hija de los dueños de la hostería en la que se hospedaba cada vez que paraba en Chile. Se casaron en 1915 y tuvieron cuatro hijos: Verónica (que murió pocos años después de su nacimiento), Ricardo, María Estela y Lois.

Familia Trannack. De izquierda a dercha Lois, Arturo Trannack, Ricardo, Mercedes Bascur, María Estela

En 1924 su hermano Ricardo Tomás muere de peritonitis. En aquel entonces no había médicos en la zona, solo se contaba con un farmacéutico. Arturo quedó a cargo de toda la sociedad.

Años más tarde, a principios de 1933, los grandes ganaderos del territorio, en busca de la defensa corporativa de sus intereses y por iniciativa del entonces Gobernador Carlos H. Rodríguez, realizaron en San Martín de los Andes la reunión constitutiva de la Sociedad Rural de Río Negro y Neuquén. Participaron  de aquel encuentro en el hotel Lácar, Bertil Grahn, Miguel y Nicolás Zingoni, Horacio Fernández Beschtedt, los hermanos Yerio, Enrique Schroeder, y por supuesto Arturo Trannack entre otros importantes estancieros de la región.

Arturo siguió en Zapala. Ese fue su lugar en el mundo. Después compró Los Helechos en la zona de Huechulafquen (que luego administró su hija Marie) y mucho después, La Gotera, en Aluminé. Pero Arturo era un hombre de Zapala, ahí estaba su sueño y el de su familia, que mucho tiempo atrás había llegado a esas tierras a forjarse un futuro. Arturo Trannack murió ahí a los 92 años, en “El Manzano”, su estancia de Zapala.

Publicación Más Neuquén (www.masneuquen.com)

Mafalda es recordada tras su paso por Zapala

Quien no leyó a Mafalda alguna vez,  salvo los chicos jóvenes  de  hoy, a quienes no hay que explicar mucho de nuestra Mafalda y algunos vuelven a leerla, y con más facilidad, ya que la historieta se encuentra en la web y es más fácil de ubicar cada capítulo de nuestra mítica Mafalda.

 Según Quino, dijo
alguna vez en un reportaje que 
Mafalda habría nacido el 15 de marzo de 1960​ o el 15 de marzo de 1962.
Aunque su cumpleaños, a decir de Quino, ha de celebrarse el día en que la tira
apareció publicada por primera vez, 29 de septiembre de 1964.

Joaquín Salvador Lavado Tejón, o Quino así lo llaman sus
colegas y amigos,  fue rebautizado como
Quino para diferenciarlo de otros 'Joaquines' que había en su familia. Nació en
Guaymallén Mendoza el 17 de julio de 1932. 

A sus 86 años el papá de Mafalda, según relato en un
reportaje,  creó la tira
en 1964 y dejó de escribirla en 1973. El autor es considerado un
ícono cultural de Argentina dentro y fuera de sus fronteras.

Desde hace unos años, Quino suele aparecer muy poco en la
vida pública por  problemas de salud  y de su visión.  Aunque cada tanto, hace lo posible para
asistir a homenajes y firmar  libros de
su autoría.

Las historias de Mafalda, la niña  contestataria y luchadora social, amante de
los Beatles, la democracia, los derechos de los niños y la paz, y detractora de
la sopa.

Sus irónicos mensajes,  sin tiempo en pro de un mundo mejor, la
hicieron inmortal e incluso paso más allá de las fronteras. Hoy alcanzó un éxito
mundial y la historieta se escribe en más de una decena de idiomas y  como siempre una Mafalda inclusiva donde se
puede leer en formato   braille y en
guaraní.

Sus reconocimientos fueron más allá de lo literario y recibió
galardones, como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y
la Medalla de la Orden y las Letras de Francia.

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El Origen de Mafalda

Para conocer y entender a Mafalda debemos remontarnos a los
tiempos de los años 60. Los dibujos de Quino comenzaron en 1954 con  una longeva carrera publicando sus dibujos
caracterizados por un penetrante sentido del humor que tras la risa, escondía
siempre una profunda reflexión filosófica.

Realizando un recorrido por los trabajos de Quino, es  solo para recordar que su obra no se limita
solo en Mafalda. En un siglo con tantos contrastes y temblores, como lo fue el
siglo XX, los años 60 serían clave en la historia de la niña contestaría.

En el 1962,  Miguel
Brascó presenta en sociedad a Quino a la “Agnes”  una empresa publicitaria. Con el fin de crear
una serie de historieta para promocionar la marca de electrodomésticos
Mansfield. En estas tiras debían aparecer algunos de los productos de esta
marca y los nombres de algunos personajes debían comenzar con la letra “M”. Por
eso, Quino decidió llamar a la protagonista principal, Mafalda.

El origen del nombre se debe a una película Argentina llamada
“Dar la cara” donde aparece una beba llamada Mafalda y adopto el nombre porque
le pareció alegre. Entonces Quino creo unas tiras protagonizada por una familia
compuesta por un matrimonio y sus dos hijos. La idea es que esta tira
apareciera con publicidad encubierta  y
de esta manera promocionar los electrodomésticos de Mansfield y así aparecer en
los medios gráficos impresos.

 La propuesta fue
presentada inicialmente al diario Clarín, pero por desgracia, la estrategia de
la publicidad fue descubierta  y dicha
campaña, no se llevó adelante. Quino conservo estos personajes, sin saber que más
adelante le serian útiles.

En el año 1964, Quino acuerda con el director del diario
“Primera plana” para que la tira apareciera publicada, pero esta vez Mafalda,
lejos de cualquier propósito publicitario, se vuelve irreverente y presenta la
clase de personalidad que la haría famosa.

El 29 de septiembre del 1964, 
se publicó oficialmente la primera tira de Mafalda, y la misma
aparecería en el diario, dos veces por semana. Estas primeras tiras estaban protagonizada
por Mafalda y su padre.  Posteriormente
el 6 de octubre del 1964, aparece por primera vez la madre de Mafalda. La
mecánica en estas primeras tiras era bastante simple. Mafalda, se planteaba un
cuestionamiento, entraba en debate con sus padres y finalmente realizaba su
comentario. Pronto este recurso comenzó agotarse, y Quino tuvo que
recurrir  a otros personajes,  de esa forma Felipe, el mejor amigo de
Mafalda, aparece el 19 de enero del 1965. Pero la estadía de Mafalda, en “Primera
Plana” seria breve, ya que la última tira en ese medio  se publicaría el 9 de marzo del 1965, y luego
de esa fecha Quino abandona el diario por diferencias creativas.

Gracias a la ayuda de Miguel Brascó, Quino consigue que
Mafalda sea publicada en el diario El Mundo, el 15 de marzo del 1965, este
diario era el de mayor circulación en la Argentina y desde aquí empezaría la
popularidad del personaje, llegando incluso conquistar América del Sur, y luego
Europa.

Atreves de Mafalda y sus amigos, Quino reflexionaba con humor
crítico e inteligente sobre la economía, la política, y la sociedad en general.

Según Quino, Mafalda es un resultado de una contradicción,  “A uno de chico le enseñaban una cantidad de
cosas que no deben hacerse porque están mal. Pero resulta que uno abre los
diarios  y se encuentra con que los
adultos perpetran esas cosas prohibidas a través de masacres, guerras, etc.”  “Ahí se produce el conflicto” ¿Por qué los
adultos, no hacen lo que dicen?

Salaberry - Barrette - Fern?ndez - Elliott,S-013092914X-29

Por esos años, la Argentina se encontraba bajo  el gobierno de Arturo Illia, se fortalecía el movimiento tercermundista. Los Beatles, arrasaba en los ranking musicales, el movimiento Hippie estaba en su apogeo, se ensanchaba la lista de países al bloqueo estadounidense contra Cuba, se daba a conocer la versión  oficial sobre el asesinato de Kennedy, y otras cosas más.

A lo largo de la historia se produce hechos históricos en
el  mundo. Mundo que sería  blanco reflexionados por Mafalda y su padres
serán acosados constantemente por las preguntas de su pequeña hija.

Tanto como la madre  y
el padre de Mafalda, son muy pacientes. Hay momentos en que aparecen como algo
inocentes y, quizá también, infantiles. Ambos tienen un par de debilidades en
común, son sus hijos Mafalda y Guille.

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La niña crece  siendo
parte de una clase trabajadora y en el seno de una familia de clase media. De
esa clase media,  ya extinta por los
tiempos en que vivimos.

Su papá, un trabajador 
de oficina  (trabaja en una compañía de seguros) aunque nunca se
supo el nombre.

Se la pasa haciendo cuentas para llegar a fin de mes,
procurando en todo momento la mesura en el gasto familiar. Su otra gran
preocupación es cuidar celosamente su auto, un Citroën.

Es amante de las plantas de interior, por lo que las hormigas
son su peor enemigo, sosteniendo una lucha en la cumbre. Confiado, cree en el
mundo en el que vive, pero no comprende bien los avances y retos que plantean
las nuevas generaciones. Y las dudas que le plantea su hija con respecto a los
males del Mundo lo ponen en entredicho en más de una ocasión.

 Su mama  “Raquel”, Según Quino en homenaje a la
panadera de su barrio quien les regalaba a los chicos las raspadita de grasa
después de jugar a la pelota en el potrero.

La mamá de Mafalda, es una joven ama de casa de los años '60, que vive un poco angustiada por el remordimiento de no haber terminado su carrera. Preocupada hasta la histeria por lo que pasa dentro de su microclima hogareño, se siente esclava de su casa. Cocina, lava, plancha, hace las compras, y padece el dilema diario de pensar qué va a hacer de comer. Dejó sus estudios para formar una familia, cosa que Mafalda le reprocha cada vez que puede; es por eso que, a veces, se siente condenada a vivir sin ilusiones propias. Sin embargo, no requiere complicaciones para ser feliz, y da lecciones de humildad y sacrificio a su pequeña hija inquieta por las adversidades del Mundo.

-Mafalda en su viaje a Zapala

Según cuentan, Mafalda un día recibe la  alegre noticia de que toda la familia
emprenderá un viaje, pero este viaje no será a la costa como siempre estuvo
acostumbrada la familia,  esas  vacaciones gasoleras que solo duraban un fin
de semana. Esta vez, seria emprender una aventura y aún más conmovedora, porque
sería  un viaje en tren.

El tren que los llevaría a recorrer la línea sur de nuestro
país, el tren Roca.  Aquellos que
recordamos haber viajado desde Zapala a Bahía Blanca,  a Buenos Aires o viceversa. El viaje cargado
de interminables horas plagadas de historias y paisajes, pasando por ciudades y
pueblos, algunos hoy ya olvidados tras la desaparición del tren de pasajero.
Historias de una argentina pujante y con sueños propios.

 Los que seguíamos la
tira a través de la publicación del Diario Rio Negro,  veíamos como Mafalda disfrutaba de sus
vacaciones hasta que un día de 1980 
Mafalda y su familia desembarcan en Zapala, no era una historia más.

¡Mafalda conocía Zapala! estábamos en el mapa nuevamente. Esta
estación que tantos sueños trajo con sus inmigrantes y que sirvió de nexo a la
entrada de la Patagonia,  era punta de rieles.
Acá se terminaba el recorrido para emprender el viaje en mochila, a dedo  o en colectivo, a estos bellos lugares que
tenemos los Neuquinos.

La Mafalda de hoy

 Desde hace unos días
atrás, se emplazó en el andén de la vieja estación de trenes, esta escultura
que recuerda el paso de Mafalda por nuestro pueblo. La misma fue forjada de la
mano del  reconocido escultor, Martín
Pugliese. Hoy es parte de nuestra historia, cada mañana  al pasar por el ferrocarril, veo  a turistas y vecinos sacándose una foto con
nuestra Mafalda.

 La Mafalda que alguna
vez visito nuestra ciudad. La Ciudad que hoy le regala su monumento.

 Espero que los vecinos
de nuestra ciudad, sepan reconocer en Mafalda un cachito de nuestra historia y
sobre todo un poquito de nuestra niñez. Donde no nos hacía falta celulares, ni
computadoras y en donde cualquier baldío servía como potrero. Infancia donde
esperamos cada domingo el diario para 
desarmárselo al viejo, buscando las historias de “Aunque usted no lo
crea” de Ripley, “El Cabo Savino” y de nuestra “Mafalda”.  Esa niña de las preguntas sin respuesta,
hoy  tiene su lugar. Un lugar al
final  de la Avenida San Martín en el
andén de la estación, tal vez esperando ese tren de pasajeros  que jamás 
regresara.  

Disfrutemos de nuestra Mafalda después de todo. Todos somos parte de un poquito de su historia

Fuentes consultadas:

Todohistorietas.com.ar

Diario Clarin

Mafalda en la Patagonia

El humor de Quino

HISTORIAS DE NUESTRA CIUDAD: DE OFICIO, PELUQUERO. Homenaje a Don Pacheco

El viejo que miraba desde la vidriera mientras el tiempo pasaba, mordía los labios, sabiendo que el reloj de la vida inexorablemente borra todo vestigio de nuestro paso por la tierra. Él tenía una pequeña capsula del tiempo, quería atrapar en un diminuto espacio un poco de recuerdos, cada mobiliario, cada objeto que allí existía era la prueba tangible de que el pasado puede ser tocado, como cuando miramos una foto toda raída y reconocemos en ella a los seres que ya no están, o nos habla de nuestra juventud. Al contarme de su vida perdía la mirada en el horizonte, como buscando en el fondo los recuerdos que lo hicieron más feliz.


En los años que llego a Zapala como soldado conscripto, su juventud y el amor de su vida con el que formo una familia.
“…Si cierro los ojos, hasta puedo oler el pan casero que mi madre hacía en la cocina a leña, allá en La Pampa…” Decía.
Lo último que perdemos son los recuerdos. Ese día que decidió darme esta nota, lo encontré con ánimo de hablar.
Si bien pasaba como cualquier vecino, el saludo de Pacheco no se hacía esperar para levantar la mano con una sonrisa al transeúnte. Un día me dio esa nota que tanto le pedía, aquí fragmento de la entrevista a Don Pacheco.

 

LA NOTA

Abril de 2013
Desde hace 50 años atiende su local en el lado viejo del centro de Zapala, una vieja peluquería, donde el tiempo parece detenido. Pero nada de esto es novedad para el hombre en cuestión. Hace muchos años que lo vive y lo respira, mientras reitera su rutina: todas las mañanas, Rafael Pacheco llega a su peluquería, sobre la calle Olascoaga, levanta la persiana, enciende la radio, prepara las tijeras y la navaja y se sienta a leer el diario mientras apura un mate amargo. Por último, a esperar la llegada del primer cliente.


Desde la vidriera se distingue dos viejos sillones de barbería de antaño. Hay un cliente esperando su turno, Adolfo Müller, que vive desde el 1969 en Zapala, “Las chicas me dicen que me parezco a Jack Nicholson” , dice riéndose Müller, mientras se acomoda en el sillón, comenta “ soy jubilado y marido retirado, bromea” . Mientras Don Pacheco hace su trabajo, Müller le dice “me esta dejando muy lindo Pacheco, las chicas no me van a dejar salir…” entre risas, el corte avanza, mientras sigue comentando Don Pacheco, “soy de La Pampa, tengo 87 años, hoy estoy jubilado, pero no cansado, no me puedo quedar en mi casa, tengo que venir a la peluquería a trabajar” levanta el ceño de la frente, con orgullo sigue relatando, "Aprendí el oficio desde pequeño. Cuando yo era chico y me portaba mal, mis padres de castigo me mandaban a la peluquería del barrio, para que aprendiera un oficio. El peluquero, en aquel tiempo, me hacía lustrar botas, yo en ese entonces tenía 13 años, después de lustrar botas, pasaba a cortar el pelo y a los 16 años ya estaba afeitando con navaja, ahí terminaba mi castigo” sonríe con nostalgia.
“Llegue a Zapala para terminar la colimba y nunca más me fui. Me case y forme una hermosa familia .Tengo dos hijas y cuatro nietos hermosos. “Abrí esta peluquería, porque era lo que sabía hacer, en aquel entonces y nunca más la cerré”. 


Don Pacheco, no lo pensó jamás, pero su figura rompe las fronteras del tiempo. Es el rastro de todas las épocas en una ciudad que esconde bajo la alfombra de la urbanidad pequeños tesoros carentes de prensa y promoción. A semanas de cumplir 100 años nuestra ciudad, esto son, esos tesoros de vida, que también forjaron la historia de este pueblo.
“Por estos viejos sillones de barbería, pasaron muchas celebridades reconocidas de la ciudad, uno de ellos fue nuestro intendente Valentín Eberle, que a pesar de su investidura, se tomaba el tiempo para que le cortara el pelo y así me iba enterando lo que pasaba en aquel tiempo”. Seguía relatando Don Rafael Pacheco. “Este lado que hora es viejo en la ciudad, estaba separado por las vías del tren, calles de tierra y había una especie de calesita para cruzar para este lado, era para que los caballos no se metieran en las vías, ya que el tren iba y venia con pasajeros y cargas pesadas todo el tiempo. Era una ciudad pujante, en constante movimiento. "La pucha si hemos hecho patria, había que aguantarse los vientos que te aislaban por semanas y en invierno las terribles nevadas”. “Aquí en la esquina, donde estaba la confitería el Satélite, atendía Don Fernández junto a su señora, que vendían churros y te daba café. Solía llenarse de turistas que bajaban del tren y por ahí cada tanto alguno se acercaba a cortarse el pelo y afeitarse”.Continuo “A mis 87 años, se me hace muy difícil dejar de venir, mi familia me dicen que lo siga haciendo. Esto es mi vida,…”
Fotos y Nota Dario Martinez


Esta es parte de la entrevista que amablemente don Pacheco nos brindo hace ya unos años. este hombre de trabajo que fue parte de los hombres y mujeres que forjaron las bases de nuestra ciudad decidió partir un 1 de junio de 2017, con este humilde homenaje queremos recordarlo.