¿Qué hay que hacer cuando el niño se da un golpe en la cabeza?
zapala8340 16 septiembre, 2018 0No es algo extraño que un niño sufra un golpe fortuito en la cabeza con una caída mientras juega. No hay que alarmarse en exceso, solo estar atentos a algunas señales que nos pueden indicar que hay un traumatismo más importante.
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Los golpes en la cabeza –a los que los médicos llamamos traumatismos craneales– son muy frecuentes en la infancia. De hecho, el 50% de los traumatismos craneales registrados se producen en menores de 15 años de edad.
Los golpes en la cabeza suelen generar una gran culpabilidad en los padres ya que suelen corresponder a episodios de accidentes. Ya sabemos que cuando se trata de niños en un segundo el accidente se ha desencadenado.
Pero vamos a ver cuándo la preocupación está justificada.
¿POR QUÉ NOS ASUSTAN LOS GOLPES EN LA CABEZA?
Los golpes en la cabeza en los niños dan miedo por la posibilidad de que se produzca una lesión importante en el interior del cerebro. La lesión interna es lo que determina la gravedad del traumatismo craneal.
Es raro que un golpe desde poca altura o sin velocidad, sea grave
Aunque suele existir una correlación entre la posibilidad de lesiones internas y el mecanismo y la intensidad del impacto, en algunos casos desafortunados no ocurre así. Y todo el mundo parece conocer algún caso desafortunado…
De entrada y para tranquilidad de los padres recientes, os diré que raramente un golpe en el que no haya altura o velocidad ocasiona lesiones intracraneales importantes.
CÓMO SE PRODUCE UN TRAUMATISMO CRANEAL
En los niños pequeños los golpes en la cabeza suelen producirse por caídas, tanto desde su propia altura –algo frecuente cuando empiezan a caminar- como desde alguna altura (cochecitos, cunas, tronas, cambiadores, sillas, literas, etc).
Los accidentes en bici o patinetas son los más habituales
En niños más mayores o en adolescentes, las actividades pueden ser un poco más “arriesgadas” y los accidentes relacionados con el tráfico empiezan a predominar: como pasajeros, peatones o conductores. Las bicicletas, los patines, las motocicletas u otras actividades “de acción”, especialmente si no se lleva casco, se llevan las primeras posiciones en el ránking.
SÍNTOMAS DESPUÉS DE UN GOLPE EN LA CABEZA
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Lo más habitual es que haya dolor en la zona del golpe después de que este se produzca. El dolor inicialmente puede ser más intenso y después puede ir disminuyendo.
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Tener algo de dolor de cabeza posterior puede ser habitual, así como que salga un chichón.
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En caso de que haya pérdida de conciencia y/o sospecha de un traumatismo importante, debe evitarse la movilización del cuello por si existe un traumatismo de la columna cervical asociado.
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Si existen pérdida de conciencia, vómitos, tendencia a dormirse, visión borrosa, dolor de cabeza intenso, alteraciones del habla o de la marcha o la coordinación, es necesario consultar a un servicio de Urgencias.
TRATAMIENTO DE LOS GOLPES EN LA CABEZA
Después de que un niño o un bebé se ha dado un golpe, es conveniente:
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Estar en un ambiente tranquilo y con pocos estímulos (evitando mucho ruido, pantallas, etc).
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Ofrecer líquidos sin forzar.
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Si el traumatismo ha originado una herida abierta, debe desinfectarse y en ocasiones suturarse.
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Si existe un chichón, va bien la aplicación de frío en la zona.
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Si duele la zona del golpe, puede administrarse analgesia oral.
¿QUÉ SIGNOS DE ALARMA DEBO VIGILAR EN EL NIÑO?
Durante las siguientes 24-48h tras un traumatismo de cierta intensidad debe prestarse atención a la aparición de algunos síntomas que pueden indicar la presencia de lesiones en el interior de la cabeza.
Algunos de ellos son:
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Ganas intensas de dormir, o dificultad para despertarse. Si el traumatismo se ha producido poco antes de ir a dormir, es conveniente despertarle en alguna ocasión por la noche para comprobar que se despierta sin dificultad.
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Dolor intenso de cabeza, especialmente si no cede con los analgésicos habituales.
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Vómitos repetidos.
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Pérdida de conciencia o desorientación.
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Aparición de convulsiones o movimientos anómalos.
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Debilidad de las extremidades.
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En el caso de lactantes o de niños pequeños, llanto persistente o irritabilidad mantenida.
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Alteraciones en la visión u observación de diferente tamaño de las pupilas.
- Aparición de sangre o de un líquido claro por la nariz o por el conducto auditivo.
Dra. Amalia Arce, pediatra
Revista S&V