Así está Madrid: A horas de la final, los hinchas de River y Boca tomaron la ciudad
Se lanzaron a las calles a esperar la hora del partido. Comenzó el operativo de seguridad.
Una mañana fría y soleada, musicalizada desde el aire por la recorrida de los helicópteros de la policía mientras centenares de hincha peregrinos se mueven hacia las Fan Zone destinadas a River y a Boca. Comenzaron las restricciones de tránsito y están reforzadas las medidas de seguridad en las estaciones de Atocha y Chamartín mientras que ya llegaron todos los vuelos previstos a Barajas. La hora, se acerca.
Al mediodía había 4 grados de temperatura. Se prevé una máxima de 16 y un descenso hasta los 2, cuando promedie la Superfinal. Como si la grieta futbolística importada desde Argentina tuviera un correlato meteorológico, caminar a la sombra es un desafío y hacerlo bajo el sol es recibir una caricia que se agradece. A sol y a sombra, los hinchas de River y de Boca comenzaron su ritual.
Un importante número de seguidores hicieron un banderazo frente al hotel de River. Un grupo mucho más reducido montaban guardia en el de Boca. No se trata de calidad de fervores, sino de distancias. Puerta del Sol es el kilómetro 0, lo equivalente a nuestra plaza Congreso. Tomando esa referencia, el hotel de River estaría a la altura de Flores y el de Boca, en Liniers mientras que el Bernabéu podría ubicarse en Once. Medir esos trayectos sirve para entender por qué fue más multitudinaria la caravana de River. Con un añadido. Desde Sol al Eurostars Tower se viaja cómodamente en Metro. Para ir al Mirasierras es imprescindible el automóvil.
Banderas y recuerdos con los colores de Boca y de River en Madrid. (Marcelo Carroll)
En ese escenario, los españoles de a pie que se topan con los hinchas argentinos los miran con una curiosidad de zoológico. Nunca han visto semejantes manifestaciones antes de un partido y fuera del estadio. Piden fotografiarse con los argentinos, tratan de entender los cantitos y ríen cuando alguna palabra lunfarda se les traduce al castellano básico.
La fiesta, que por ahora es eso, había arrancado en la noche del sábado en la zona turística. Gran Vía colapsó de paseantes en una Babel futbolera. No hubo más vigilancia policial que la habitual.
A la misma hora, en el VIP del Bernabéu se realizó la tradicional cena de dirigentes. D’Onofrio, Angelici, Domínguez, Tapia, el anfitrión Florentino Pérez y los hombres fuertes de la Federación confraternizaron alrededor de la mesa. Hubo discursos. Y hubo disconformidad de los argentinos porque Chiqui Tapia admitió que se abstuvo en la votación en la que se decidió que la final se mudara a Madrid. “¿Cómo se va a abstener?…se las dejó servida, tendría que haber peleado para jugar en Argentina”, comentó D’Onofrio. Tarde para lágrimas.
fuente Clarin