Elon Musk compró Twitter: pagará 44.000 millones de dólares por la plataforma

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NOTA LA NACION

Elon Musk compró Twitter: pagará 44.000 millones de dólares por la plataforma.

Elon Musk es el nuevo dueño de Twitter, la plataforma nacida en 2006, una red social que apuesta por la brevedad y la instantaneidad y que, para muchos, sirve para medir el humor social, al menos de forma indirecta. El directorio de la compañía aceptó finalmente la oferta que había rehusado hace unas semanas, y le vendió la empresa por 44.000 millones de dólares: pasará a ser propiedad de Elon Musk (el hombre más rico del mundo) y de un consorcio de inversores, entre los que se destaca Morgan Stanley, que aportan unos 25.000 millones.

¿Qué sigue en el desembarco de Elon Musk en Twitter? Se compromete a sumar otros 21.000 millones para completar la compra y pagar los gastos asociados.

ARCHIVO - Elon Musk, fundador, director general y jefe de ingeniería y diseño de SpaceX, habla durante una conferencia de prensa después de un vuelo de prueba del cohete Falcon 9 de SpaceX en el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida, el 19 de enero de 2020. (AP Foto/John Raoux, Archivo)



A las 16, y después de horas de rumores y expectativas, Twitter confirmó en un comunicado la venta de la compañía a Elon Musk, por 54,20 dólares por acción en efectivo, una transacción valuada en unos 44.000 millones de dólares, y que incluye la transformación de Twitter en una firma privada. Ahora, por supuesto, habrá que esperar la aprobación de los demás accionistas y de las entidades regulatorias estadounidenses, algo que ambas partes creen que sucederá este 2022.

Espero que hasta mis peores críticos permanezcan en Twitter, porque eso es lo que significa la libertad de expresión”, tuiteó Musk hoy más temprano, mientras arreciaban los rumores que indicaban que el directorio de Twitter había cambiado de opinión y aceptaba la oferta que hizo el magnate el 14 de abril por la compañía, en una operación entonces valuada en 43.000 millones de dólares.

Al principio los miembros del directorio de la compañía se negaron a la venta, activando incluso un mecanismo llamado “píldora venenosa” -que consiste en vender las acciones a menor costo a los accionistas ya existentes, y limitar la cantidad de acciones que puede tener un solo accionista- para evitar la transacción. Pero en algún momento del fin de semana, después de que Musk demostró que tenía el financiamiento necesario para la compra (porque no tiene esa cantidad de dinero en el banco) cambiaron de parecer, y hoy aceptaron la venta.

En el texto que envió a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (la SEC) el 14 de abril, Elon Musk (que debe su fortuna al sistema de pagos PayPal, a los autos eléctricos Tesla y sus cohetes SpaceX) explica que invirtió en Twitter en marzo, cuando compró el 9,2 por ciento de la compañía, porque cree “en su potencial para ser la plataforma de libre expresión alrededor del mundo, y creo que la libre expresión es un imperativo social para una democracia funcional.”

Elon Musk dice ser un “absolutista de la libertad de expresión” y considera que la mejor forma de lograr difundir esa postura al resto de la sociedad es comprar Twitter, para darle el respaldo que necesita para ser un vehículo de libertad de expresión internacional.

La intención manifiesta de Musk, además, está en sacar a la compañía del mercado bursátil; es decir, dejar de cotizar en la bolsa; como otros, cree que la influencia de los accionistas de corto plazo -más preocupados por el valor momentáneo de la acción que por el desarrollo de la plataforma en el largo plazo- es un impedimento para el correcto funcionamiento de Twitter.

Esa defensa a ultranza de la libertad de expresión le trajo múltiples problemas a Musk a lo largo de su vida: desde juicios en su contra a tener que dejar la presidencia de su compañía, pasando por el pago de multas varias, molestias que pudo resolver gracias a los infinitos recursos que habilita su fortuna, y que le permiten pensar más allá de las legislaciones de los países, algo que no suele estar disponible para todos los usuarios comunes de Twitter.

Musk, además, no siempre es consecuente con sus propias posturas: por ejemplo, buscó impedir que una cuenta de Twitter rastreara su avión privado, pese a que la información es pública. Y defender sus pronunciamientos públicos no necesariamente equivalen a defender los de 200 millones de usuarios.

Una vista del logotipo de la empresa estadounidense de redes sociales Twitter en la pantalla de un smartphone
Una vista del logotipo de la empresa estadounidense de redes sociales Twitter en la pantalla de un smartphoneLIONEL BONAVENTURE – AFP

No son pocos los que creen que por muy loable que sea la intención de Elon Musk, que una de las herramientas más populares del planeta para la discusión pública quede en manos de una sola persona (que tiene, además, visiones muy particulares sobre la política) puede terminar teniendo el efecto contrario al esperado, acrecentando las agresiones y acosos varios que son moneda corriente en la plataforma, y polarizando aún más el discurso público.

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