Las elecciones del domingo La cerrada disputa entre cuatro partidos marca el fin del bipartidismo en España
Llueve y hace frío en una Madrid cero primaveral donde los espacios que las grandes avenidas reservan por lo general a las muestras del Reina Sofía, del Museo del Prado o del Thyssen-Bonemisza están copados por planos cortos de Pedro Sánchez (Partido Socialista Obrero Español), de Pablo Iglesias (Unidas Podemos), de Albert Rivera (Ciudadanos) o de Pablo Casado (Partido Popular).
El próximo presidente de Gobierno de España tendrá el rostro de uno de ellos, jóvenes candidatos que no han vivido la transición y tampoco saben muy bien cómo pararse frente al fin del bipartidismo histórico entre el PP y el PSOE que rigió España durante cuatro décadas.
Rivera, Casado e Iglesias han nacido en democracia y Pedro Sánchez aún usaba pañales cuando Francisco Franco murió, en 1975. “Se acabaron los gobiernos de partido único. Lo están diciendo los ciudadanos. Las elecciones no van sólo de vencer sino también de convencer -dijo Pablo Iglesias el martes por la noche, en el segundo debate presidencial-. El próximo gobierno será de coalición. Tenemos que ser honestos y decir la verdad”.
El presidente del PP, Pablo Casado; el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en el último debate. DPA
Pero pareciera que a los candidatos les resulta más sencillo vertebrar la pulseada electoral a partir de la causa catalana y su anhelo separatista que blanquear posibles pactos para el día después de las elecciones.
Sánchez lidera las encuestas -que desde el lunes no se pueden publicar porque así lo establece la ley electoral-, pero es casi un hecho que no logrará gobernar solo. Como no logró hacerlo durante los diez meses desde la moción de censura que lo llevó a La Moncloa, en junio de 2018, hasta la convocatoria anticipada a estas elecciones que el socialista debió realizar cuando vio hacerse añicos su proyecto de presupuesto en el Congreso. Los dos debates presidenciales que entre 8,5 y 9,5 millones de españoles siguieron esta semana por televisión revelan candidatos no del todo bien entrenados en el sinuoso ejercicio del pacto. O al menos, en el ejercicio de verbalizarlo.
“Lo decimos abiertamente: estamos dispuestos a formar un gobierno con el Partido Socialista. Lo que no termino de entender es por qué el Partido Socialista no termina de aclarar que no hará pactos con Ciudadanos”, reclamó Iglesias. “Pedro, te he preguntado dos veces si pactarías con Ciudadanos y el silencio es elocuente”, le dijo a Sánchez durante el debate del lunes. Una respuesta, tibia, llegó al día siguiente durante el segundo debate: “No está en mis planes intentar pactar con un partido que ha intentado poner un cordón sanitario al PSOE -dijo Sánchez en alusión al partido de Rivera-. Es importante concentrar el voto en el único partido que le puede ganar a las dos derechas y a la ultraderecha”, repitió el socialista refiriéndose a Ciudadanos, PP y Vox.
Sánchez respondió con un “ni” cuando le preguntaron si está dispuesto a reeditar los apoyos que cosechó durante la moción de censura: Unidas Podemos, los independentistas catalanes y los vascos. Tampoco el jefe del PP aclaró con quién pactaría. Se limitó a señalar que no lo hará con los “independentistas, ni nacionalistas catalanes”.
El bipartidismo modelo 2019 superó a la añeja dupla PP-PSOE para pasar a ser de bloques. Hoy es Ciudadanos el partido que impulsa el “bloque constitucionalista”, atribuyéndose el mérito de velar por la Constitución española. “En una emergencia nacional como ésta, es importante que los españoles sepan que si logro la investidura, voy a tender la mano a los otros partidos constitucionalistas -dijo Rivera-. Soy el único candidato que está diciendo claramente qué voy a hacer si logro un escaño más que el señor Sánchez y el señor Iglesias”.
Se olvida tal vez Rivera que el PSOE apoyó la aplicación del articulo 155 por el cual el gobierno de Mariano Rajoy (PP) intervino Cataluña cuando declaró la independencia en 2017.
Y que, a pesar de que en público le tiende la mano al PP para un posible gobierno de coalición, por debajo de la mesa le está diputando la hegemonía de la derecha. En esta postal polarizada, el bloque de la vereda de enfrente, representado por Sánchez y Pablo Iglesias, son “los que pactan con los golpistas”. Rivera insistió con que “Sánchez ha gobernado con los separatistas que quieren romper el país, con Torra (presidente catalán) y con Puigdemont (ex presidente catalán que huyó a Bélgica), y yo con esos no voy ni a la vuelta de la esquina. En Andalucía gobierna Ciudadanos en una coalición con el Partido Popular. Yo voy a intentar un gobierno constitucional, liberal, centrista y tiendo la mano al Partido Popular porque somos los únicos dos partidos que podemos enviar al señor Sánchez y al señor Torra a la oposición”.
Los analistas dicen que los debates presidenciales pueden decidir el voto de entre el 1 y el 4% de ese 33% de electorado indeciso, las redes sociales se pueblan del detrás de escena de los debates: un Albert Rivera que en las pausas no tiene con quien hablar y se mueve como en una fiesta en la que no conoce a nadie, y a los Pablos -Iglesias y Casado-, mostrándose en el celular fotos de sus hijos.