Hallaron vida en el lago más profundo de la Antártida
Un grupo de científicos de los Estados Unidos se adentró en una de las regiones más remotas de la tierra y los resultados encontrados fueron sorprendentes.
A pesar de que suele experimentar temperaturas que bajan más allá de los 0°, el Lago Mercer no se congela. Es que esta gran extensión de agua subglacial recibe una intensa presión de la capa de hielo que la recubre y la mantiene aislada del resto del mundo hace más de 100 mil años. En ese lugar, un equipo de expertos acaba de hallar diferentes formas de vida. Es un hecho científico que prácticamente no registra antecedentes.
Durante años se planeó el descenso a las profundidades de este lago. La operación costó 5,2 millones de dólares y fue realizada por la organización norteamericana SALSA (en castellano, Acceso Científico a los Lagos Subglaciales de la Antártida) con el respaldo de la Fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos.
Aunque los expertos creían que iban a descubrir únicamente microbios unicelulares, su esfuerzo dio frutos sorprendentes: contra todo pronóstico, se toparon con 10.000 células de bacterias por cada mililitro de agua. Y hasta aparecieron restos de crustáceos, tardígrados u osos de agua -conocidos por resistir a temperaturas extremas y altas presiones-, algunas plantas y hongos.
La Antártida encierra más de 400 lagos escondidos bajo su blancura. El Mercer es el segundo en ser abordado por los humanos directamente y forma parte de una constelación de nueve lagos del sector occidental del continente, descubierta satelitalmente en 2006.
Sus aguas son dulces, aunque posiblemente, hace millones de años, tuvo contacto con el mar. Las condiciones resultan tan inhóspitas, que se asemejan a la de los océanos subglaciares de Marte y a las lunas de Júpiter o Saturno. Por eso, la exploración de este rincón virgen de nuestro planeta puede dar pistas sobre la biósfera en otros lugares de la galaxia.