El trauma que llevó a Cary Grant a abandonar su carrera para ser el mejor padre para su hija

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Por Valeria Martínez

Fue el referente masculino de toda una generación cinematográfica. Cary Grant era el ejemplo de la elegancia personificada, admirado por la industria y el mundo en general. A primera vista cualquiera diría que lo tenía todo: dinero, éxito, romances, belleza y aplausos. Sin embargo su historia personal guarda una tragedia que lo definió toda su vida. Tanto que fue la clave esencial que lo llevó a abandonar su carrera de forma definitiva para dedicarse a su logro más importante: su hija. Fue el momento que puso punto final a una agonía personal que sufrió durante más de 50 años.

(RadialRP, GTRES)
(RadialRP, GTRES)

Pocos han hablado de ello. De que un hombre todavía en la cima y de los más exitosos de la historia del cine decidiera dejarlo todo para ser un padre presente. Recuerdo haber leído al pasar en algún que otro artículo que se retiró a los 62 años tras el nacimiento de Jennifer Gray pero nunca encontré que algún medio lo destacara como historia. Así que me dispuse a confirmar esta noción a través de diferentes artículos y documentales sobre su vida -ya que él siempre fue reacio a hablar con la prensa y existen muy pocas entrevistas suyas- encontrando la confirmación definitiva en Becoming Cary Grant (2017) gracias a las declaraciones de su única hija.

Este documental de Mark Kidel (precioso por cierto, si quieren buscarlo), revela que Cary encontró la estabilidad con el nacimiento de Jennifer junto a su cuarta esposa, Dyan Cannon. Y decidió que los meses de rodaje que exigían sus películas no eran compatibles con la vida paterna. Él quería estar presente y Jennifer se convirtió en el propósito principal de su existencia. Aunque la pareja se divorció, Grant se mantuvo cerca de su hija, quien confiesa que en lugar de ir a eventos y galas, solían quedarse juntos viendo televisión, jugando a las cartas, nadando o escuchando música clásica.

Mi vida cambió el día que Jennifer nació” dijo Grant en declaraciones publicadas en el libro Cary Grant: A class apart (Graham McCann,1997). “He llegado a la conclusión que la razón por la que estamos en la tierra es para procrear. Dejar un legado. No películas, porque no creo que mis películas duren mucho tiempo una vez me haya ido. Pero otro ser humano. Eso es lo importante”. Y así pasaron 20 años unidos hasta la muerte de Cary a los 82 en 1986. Pero había mucho más detrás de esta decisión: un pasado plagado por el trauma del abandono de sus padres. Algo que evidentemente no quería repetir con su propia hija.

Cary Grant sufrió el abandono de sus padres cuando era un niño de 9 años. Nació en Bristol, Inglaterra, como Archibald Alec Leach el 18 de enero de 1904 en el seno de una familia que lo marcaría para siempre. Su madre sufría de depresión tras la muerte del hijo mayor de meningitis tuberculosa cuando todavía era un bebé. Ella se culpaba y era muy infeliz, pero aun así era una madre sobreprotectora y fue quien enseñó modales y ese saber estar elegante tan característico de Cary Grant. Pero todo cambió el día que ella nunca volvió. Le dijeron que se había ido de vacaciones y poco después, cuando llegó a los 11, su padre lo dejó al cuidado de su abuela paterna y se marchó a otra ciudad a formar otra familia. Pasó hambre y muchos años con preguntas que no tenían respuestas.

A los 14 se sumó a un grupo de acróbatas y se marchó a recorrer el mundo, quedándose encandilado con Nueva York en donde asentó su base para comenzar una carrera como actor. Y así,  poco a poco, fue labrándose una carrera que lo terminaría convirtiendo en el galán por excelencia de Hollywood.

Los años pasaron y el éxito fue llegando a su puerta, pero aun así el trauma lo perseguía. Su última esposa, Barbara Harris, revela lo que muchos aseguraron en ocasiones y es que Cary Grant sufría de desconfianza hacia las mujeres. Los celos y la necesidad de seguridad constante dañaron la mayoría de sus relaciones adultas, siendo el abandono de su madre la raíz de sus miedos.

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